Se acercan el 1 y 2 de noviembre. En el mundo católico son fechas
consagradas a los difuntos en que se celebra el día de «Todos los
Santos» y de «Los Fieles Difuntos», respectivamente.
Por mi casa veo ya pasar algunas señoras con sus cubitos y trapos para ir escamondando en el cementerio las tumbas de sus seres queridos (vivo en un pueblo cerca del camino que va a al cementerio). Pronto mi calle será un rosario de familias con flores para cumplir con la costumbre de ir a honrar a sus muertos. Las pastelerías se llenarán de huesos de santos y buñuelos y saldrán todos estos rituales en la tele.
Estas fechas en España siempre me han parecido muy tristes. La tradición del Día de Muertos habla,
paradójicamente, de vida y de tener siempre
cercanos a nuestros seres queridos que han
muerto. Las personas creyentes piensan que sus difuntos seguramente disfrutan de una nueva vida en el cielo, por lo tanto deberían sentirse felices, pero la muerte, los cementerios y todo lo que les rodea no gozan de mucho predicamento en nuestra cultura, no son cuestiones de las que guste hablar en general y mucho menos motivo de fiesta y alegría. Esta fiesta en España es más bien triste.
En EEUU esos mismos días se celebra la fiesta de Halloween. Halloween nos habla
de situaciones terroríficas, demonios, gente que
se burla del diablo y es condenada a vagar por
la tierra aterrorizando a los demás mortales. Estos días lo que están buscando nuestros niños y adolescentes es un buen disfraz para la noche de los muertos.
Seguramente no saben los significados de los símbolos pero el mundo global y las campañas de marqueting son lo suficientemente
glamurosas para hacernos a todos  caer en la tentación del «truco o trato». Mi hijo Beltrán no se separa de las
bolsas de chuches de calabazas del Mercadona cada vez que vamos a la
compra.
Hace unos años conocí en Madrid la forma en la que los Mexicanos celebran el día de los difuntos y me quedé prendada. Desde entonces quería plantear a mis alumnos la idea de
hacer un «altar de muertos» en el instituto y este año les ha tocado a mis cuatro grupos de 1º de ESO afrontar el reto de construir cuatro «Altares de Muertos»
para  honrar  a figuras célebres difuntas que nos importen o interesen.
Pero: ¿Sabes lo que es un altar de muertos?, ¿sabes quien es la catrina? ¿sabes que son la calaveritas de azucar?, ¿y las calaveritas literarias?, ¿y el pan de muerto?, ¿sabes que es la flor de cempasuchil?, ¿y el papel picado?.
Hace unos días dejé caer estas preguntas en mis clases de 1º ESO y puse de tarea investigar sobre ello. Se trataba de  que el alumnado buscara la información para contarla luego en clase a los demás. En un pen-drive deverían traer las imágenes para que todos las viéramos y durante esta semana  profesora y alumnos hemos estado conociendo los detalles de este ritual.
Es evidente que la muerte ha fascinado a todas las culturas del mundo
y muchos de los rituales asociados a ella generalmente tienen un halo
siniestro y desagradable. Nada más alejado de la celebración del “Día de
muertos” en México. 
El
día de muertos en Mexico es  una fiesta en la que se mezclan tradiciones prehispánicas con elementos de la religión cristiana. Se cree que los familiares ya fallecidos visitan a los vivos. Para su festejo se monta un altar al
familiar, el altar de muertos, y se colocan ofrendas como: comida, fruta seca, calaveritas de
azúcar, pan de muertos, jabón, agua, velas y también se colocan cosas que usó este familiar y
que sean representativas de la persona. Se inicia con una oración a Dios
para pedirle que les de permiso para regresar con nosotros, se cena en
familia y se convive contando anécdotas que sucedieron cuando estaban en
vida, al final de se le da las gracias a Dios por haberlos dejado
venir y se le pide les conceda volver el próximo año, se despide a los
familiares y se apagan las velas. Como parte de la celebración también se leen
“calaveritas literarias”, compuestas por versos populares y breves
escritos en modo de epitafio, mediante los que se ironiza sobre algún
personaje vivo o institución, al tratarlo como fallecido.
Los distintos
contextos sociales influyen en la realización de
esta manifestación artística de la cultural popular. No son iguales los  “Altares de Muertos” del cementerio, la casa,
la escuela o la galería de arte, pues cada uno de los
espacios tiene una  función social distinta. Aunque hay que partir de la
base de que el Altar de Muertos en su origen no era
un objeto artístico sino una expresión
simbólica; la manera en que se
disponen los elementos implica un
proceso creativo y un “gusto” o estética que difiere bastante de unos espacios a otros.

 

Los altares y tumbas se adornan con una profusión de elementos decorativos en los que cada uno tiene un significado simbólico. Traigo a esta entrada la información sacada de una revista cultural encontrada en internet en un completísimo y precioso artículo de la historiadora de arte  Gaya Gonzalez Lamberti pero que ilustrado con imágenes encontradas en diferentes fuentes:
Mantel blanco. Simboliza la
pureza y la alegría 
Tierra. Representa la semilla,
el fruto y el origen de los platillos; también
recuerda a los mortales el principio religioso
cristiano que “polvo eres y en polvo te
convertirás”. 
Juguetes. En los altares
dedicados a los niños se coloca el juguete
preferido del niño, desde luego se trata de
juguetes tradicionales como muñecas de cartón o
trapo, baleros, trompos o yoyos.
 Agua. Sirve para que las almas
de los muertos calmen la sed. Muchas veces se
usan las típicas “aguas frescas” de sabores como
jamaica, limón, horchata o tamarindo. Esto,
además de corresponder al gusto mexicano añade
un toque de color a la ofrenda.
 Cirios.
Representan las almas de difuntos olvidados que
necesitan ser iluminados para que puedan llegar
a su destino. Colocados en cruz representan los
cuatro puntos cardinales.
 Papel picado.
Este trabajo artesanal multicolor simboliza el
viento y da el tono festivo a la celebración del
Día de Muertos. El papel picado se usa como
decoración en casi todas las fiestas mexicanas,
desde luego lo que cambia es el motivo
decorativo o los colores. Hoy en día se
encuentra papel picado con calabazas e incluso
con brujas volando en su escoba.
 Retratos. La imagen de las personas fallecidas es para
recordarlas y dedicarles el altar. Por lo
general se colocan en el centro de la ofrenda. 

Imágenes de santos. Son para recordar el Día de Todos los Santos y
son los intermediarios en la interrelación entre
los vivos y los muertos.

 Comida.
En el altar se ofrece un banquete que se prepara
para el difunto el cual debe incluir los
platillos que le gustaban, básicamente los que
forman la comida tradicional típica mexicana
como el mole, los tamales, los frijoles, el
arroz, entre otros. Los muertos sólo se llevan
el aroma de los alimentos.
 Calaveras de azúcar.
Son el elemento más conocido de esta tradición,
se trata de  réplicas de cráneos humanos hechas
de azúcar blanca con decoraciones de azúcar
coloreada y adornos de papel que llevan el
nombre del difunto. También se acostumbra darlos
como regalo a los amigos con su nombre. Hoy en
día también se hacen de chocolate e incluso de
“alegrías” (dulce de semilla de amaranto). 

 


 Flor de cempasúchil. Llamada
“flor de cuatrocientos pétalos” o “veinte hojas”;
esta flor en México es representativa del Día de
Muertos. Además de distribuirse en el altar, los
pétalos se colocaban formando un camino desde la
puerta de la casa hasta el altar para conducir a
los difuntos y “angelitos” que no conocen su
casa. Es una popular flor nativa de
México
que florece a finales de octubre y durante noviembre, que además de ser utilizada con fines ornamentales, también tiene
propiedades medicinales.
Ha sido utilizada desde la antigüedad como planta curativa y
ceremonial. Por sus llamativos colores y
olor característico,  les sirve a los muertos para guiarlos en el camino
de vuelta hacia la tierra para poder convivir en día de muertos con sus
familiares vivos.

Bebidas alcohólicas (cerveza, mezcal,
pulque, tequila…).

Una explicación sobre la costumbre de poner
bebidas alcohólicas en las tumbas (además del
gusto del muerto) es que sirven para que los
difuntos no sientan el momento de la separación
del alma y el cuerpo. Sólo se coloca en los
altares de los adultos. También se coloca para
que las almas recuerden los grandes
acontecimientos agradables que tuvieron durante
su vida y se decidan a visitar a los que aún se
encuentran en este mundo.
Veladoras o velas.

En el altar simbolizan al difunto. La llama de
la vela simboliza el espíritu del muerto y la
divinidad. De todos los elementos usados es el
más antiguo y ya lo usaban los egipcios, los
griegos y los romanos. La luz de las velas
también sirve de guía para que el difunto
encuentre su camino.
Pan de Muerto.

Es el elemento característico de la temporada.
Es preparado especialmente para la ocasión y
entre sus ingredientes se pueden recordar harina,
huevos, azúcar, levadura y anís. Tiene forma
redonda y se adorna con cintas de la misma masa
en forma de huesos, por último se espolvorea con
azúcar. También representa el “Cuerpo de
Cristo».
Copal o incienso.

Esta resina vegetal aromática se quema en el
incensario para que las ánimas sepan llegar a la
ofrenda que les espera, pues el humo sube y
llena  el espacio entre la tierra y el cielo.
También sirve para purificar las ánimas de los
adultos y el ambiente.
Dulces.
Entre los más comunes está la calabaza en tacha,
las alegrías, los alfeñiques, el chocolate y las
frutas. Son más abundantes en los altares de
niños pues substituyen otros gustos de adultos (cigarros,
alcohol, etc.).
Flores. En el altar también se
usan otras flores con significado funerario como
la “Cresta de gallo” de color rojo violáceo y la
“Nube”, blanca y sutil que simboliza la pureza
del alma; esta flor se coloca especialmente en
los altares de los niños. En el Distrito Federal
también se utiliza la gladiola.
Sal.

Es un elemento de purificación, sirve para que
el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y
vuelta para el siguiente año.
Ceniza. Simboliza el polvo en el
que el hombre se ha de convetir (piensese en el
“Miércoles de Ceniza”). También simboliza la
expiación de las culpas pendientes de las almas
y sirve para que las que están en el Purgatorio
puedan salir de ahí y llegar a su destino.

 

Muchos artistas recogen estas tradiciones populares y partiendo de
sus significados primigenios las reinterpretan desde visiones más
modernas. Es el motivo por el cual trabajaremos este tema con nuestros
alumnos
. No es tanto reproducir un ritual ajeno a nosotros como conocer manifestaciones artísticas que parten de elementos del folclor popular.
 José Guadalupe Posada fué un pintor e ilustrador Mexicano que se hizo célebre por sus grabados y litografias centradas en las calacas o  catrinas donde criticaba mordazmente la sociedad y politica de su tiempo.

En el Museo Nacional de de Culturas Nacionales un nutrido grupo de artistas  expusieron su personal versión de los Tzompanti  ceremonia macabra prehispánica que deja su huella en el pan de muerto de los altares.
El  28 de octubre del 2011 se inaguró  en la galería Cosmo de Barcelona una exposición  colectiva de 32 diseñadores, ilustradores y artistas
urbanos mexicanos, que habíoan creado piezas inspiradas en su visión
personal de la muerte, presentadas a manera de esculturas de madera,
fieltro y vinilo, pinturas, collage, serigrafías de edición limitada e
impresiones digitales.
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Para terminar esta entrada, animar  a mis lectores del otro lado del charco a ilustrarme en esta celebración que en realidad me es ajena pero que me seduce tanto. También por supuesto estoy abierta a las correciones que fueran oportunas si he cometido algún error en la exposición.
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